Y allí (Orís) [el autor anota Olis, seguramente equivocado, desconocemos si se trata o no del lugar de Orís]
al mando de la misma, estaba el Comandante-jefe, D. Francisco Olivera, de
nacionalidad portuguesa y antiguo oficial del Ejército francés en la guerra de
1914-18. Elemento sano, culto e inteligente y de un cariño a la República a toda prueba.
Inmediatamente,
les entregué mi credencial que me acreditaba como Comisario de la misma, y en
seguida llamó al que estaba ejerciendo de interino, Comisario D. José Lavega,
el cual me hizo entrega del Comisariado de la
Base. Un ayudante, un pintor mural, un
mecanógrafo y dos escribientes formaban el complemento del Comisariado de la Base.
Inmediatamente,
me reuní con el Jefe y ayudante militar, y en grandes rasgos les expliqué la
grave situación que estaba atravesando el Cuerpo de Ejército debido a la
ofensiva enemiga y el trabajo que se me había asignado por el Comisario de la
misma. La primera medida que tomé, fue la de reunir, conjuntamente también con
el Jefe Militar, a todos los Comisario de las diferentes Bases de las
Divisiones del Cuerpo. La 26, la 30, la 32 y la 34 División estaban
representadas allí y tenían sus Jefes, oficiales, clases e instructores que
acoplaban a los soldados para distribuirlos a sus unidades una vez dados de
alta en su instrucción.
3.800
hombres había en la base de instrucción recibiendo la enseñanza militar que
tenia que prepararlos para entrar en la contienda armada. Juntamente con los
Comisarios, oficiales y el jefe de la misma, me trasladé al campo de
concentración que quedaba retirado de donde teníamos el puesto de mando, y se
ordenó el que todos los nuevos soldados se formaran en la explanada que había
para allí dirigirles la palabra. Una vez realizada la operación les dirigí la
palabra en los siguientes términos:
Soldados
de la República
El
enemigo ayudado por una enorme cantidad de soldados extranjeros que con el solo
propósito de apoderarse de nuestras riquezas han sido traídos a España está
atacando de una manera despiadada y cruel nuestras líneas defensivas y nuestros
pueblos indefensos de retaguardia. Su avance es tan arrollador que ha pesar de
la tenaz resistencia de nuestros bravos soldados, el Gobierno de la República se ha visto en
la imperiosa necesidad de recurrir a vuestra ayuda para que de estas forma
nuestro bloque de resistencia sea más fuerte y el enemigo se estrelle ante la
muralla de hombres españoles que no quieren estar dominados por una tiranía
fascista.
El
Gobierno ha tenido en cuenta la situación de vuestros familiares que han
quedado en la retaguardia y ha tomado todas las medidas necesarias para que
nada les falte pero al propio tiempo nos recomienda a nosotros la obligación que
tenemos en evitar que sean profanadas estas familias por la invasión extranjera
que a toda costa quiere dominarlos. A nosotros nos toca esta misión. Somos
nosotros ante el pueblo español, y ante nuestros propios familiares los únicos
responsables de que éste llegara a ocurrir, tenemos que luchar de tal manera
para contener el avance del enemigo que si preciso fuera moriremos en el campo
de batalla antes que consentir que el enemigo adelante ni un paso más. Es cuestión
de vida o muerte si ésta ofensiva que el enemigo ha emprendido consigue
progresarla y llegar hasta el límite que tiene asignado (frontera francesa)
nuestros familiares, nuestra industria, nuestro comercio de Cataluña y España
habrán sufrido un golpe mortal. La guerra no acabará, puesto que aunque fuera
dominada toda España, nuestra guerra ya no es una cuestión interna, sino que
defendemos el principio de una dominación fascista en todo el mundo. Seguiremos
luchando aunque nos encontremos en territorios extranjeros y siempre que se nos
llame para defender la causa de la libertad y el derecho de los pueblos que no
quieren, que no quieren estar dominados por el fascismo, y de esta forma tarde
o temprano recuperaremos el terreno perdido pero antes tenemos la sagrada obligación
de seguir luchando en nuestro terreno para dominarlos aquí y evitar de ésta
forma el que sigan progresando en otros lugares. La patria, lo exige. El deber
nos lo impone. El Gobierno lo ordena y ante todo nuestra libertad como hombres
libres. Por una España grande, próspera y feliz. Viva la República.
Estas
fueron en síntesis las frases más salientes de mi discurso, después hablaron el
Jefe de la Base
y los comisarios y jefes de las bases divisionarias. Una vez terminado el
mitin, nos trasladamos al puesto de mando y empecé una nueva organización
política para reforzar el trabajo de los soldados instructores.
El
enemigo iba progresando y hacia falta que la Base de Instrucción se instalara en un sitio
completamente alejado del frente para que el enemigo desconociera la nueva
posición de la misma. A tal efecto nos trasladamos el Jefe y yo, para hablar
con el Jefe y Comisario del Cuerpo y indicarlos la conveniencia de efectuar
esta pequeña operación. No hubo ningún inconveniente y el primer paso que se dió
fue el de incorporar con urgencia a todos los soldados que había en la base a
la divisiones del Cuerpo. Para tal efecto se organizaron columnas de 1.000
hombres y se trasladaron a sus respectivas Divisiones. Al propio tiempo, se les
comunicó a los oficiales, clases y soldados que trasladaban estos soldados, el
nuevo emplazamiento que iba a ocupar la
Base para que al regreso se incorporaran allí. Efectuada la
operación de marcha de la gente, se procedió al traslado del grueso de la
fuerza y con camiones y coches ligeros nos poníamos en marcha para el nuevo
destino. Camprodon.
Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 5 de març de 1940