Gràcies a la familia Forcadell Gaona de Morelia (Michoacán-Mèxic): Núria, Pilar i Inés.

dimarts, 28 d’agost del 2012

De nuevo en el frente y nuevo cargo


Incorporado de nuevo a la Compañía, mi limité a organizar de nuevo los servicios que estaban en completo desorden puesto que hacía más de tres meses que por varias causas estaba en poco contacto con la misma. Cuando más animado estaba en ésta tarea, recibí una orden en la que se me indicaba lo que sigue:

565 Batallón
Comisariado

En telegrama recibido hoy, el Comisario Brigada me comunica se traslade urgentemente puesto de mando XI Cuerpo de Ejército. Salúdale B.C. a 28 de noviembre de 1938.
El comisario de Batallón Pablo López Marco.
Al comisario de compañía de ametralladoras del 565 Bon.

Enorme extrañeza me causó el recibo de ésta comunicación, pues de veras desconocía el motivo de la misma. Sin perder un minuto, me alisté y me dirigí a pié hasta el puesto de mando de la Brigada, allí se mi informó que tenia que trasladarme al puesto de mando de la División, en donde se me darían instrucciones, para mi nuevo destino, pues ellos desconocían también la misión que se me iba a confiar. Llegado al puesto de mando de la División, me saludó el Comisario de la misma indicándome que había recibido una comunicación en la cual el comisario del cuerpo pedía mi presencia en su puesto de mando. Después de permanecer unas horas allí, con un coche de la División salí para donde se encuentra el mando del cuerpo de Ejercito, el cual estaba en la Colonia Puig de Artesa de Segre, o sea donde había asistido a los cursos. Llegado allí me presente al ayudante del Comisario del cuerpo D. Julio Anglada, comisario de Batallón y antiguo periodista de el Heraldo de Madrid. Al verme, me preguntó por mi credencial y al serle entregada, me indicó que esperada la llegada del Comisario del Cuerpo. A los pocos minutos, éste aparecía y era presentado a él. Mi corazón palpitaba de emoción por desconocer el motivo de mi llamada, pero pronto mis dudas fueron aclaradas cuando el Comisario me indicaba, que haciendo falta el cubrir la vacante de Comisario de Propaganda del Cuerpo, se había pensado en mí para tal cargo. Que antes de asignárseme oficialmente el nombramiento seria puesto a prueba unos días y en caso de salir airoso en mi cometido se me daría mi nombramiento provisional hasta que fuera aprobado por el Comisario del Ejercito del Este, D. José Mantecón. El día 4 de diciembre del año 1938, recibía la siguiente credencial:

José Igancio Mantecón Navasal
XI Cuerpo de Ejercito
Comisariado
Núm. 4.567

El portador del presente Comisario de Compañía Francisco Roca Matamoros, Instructor de Propaganda de este Comisariado queda autorizado para poder circular libremente por toda la zona de este Cuerpo de Ejército al objeto de poder realizar su misión.
P.C. a 4 de diciembre de 1938.
El Comisario del XI de C. de E.  Julián M. Lizcano.

Grande fue mi alegría cuando recibí este nombramiento pues el representaba para mi, el que se me considerara una personalidad en el cargo que se me había conferido. Pocos días después me enteré que mi actuación en la Escuela de Comisarios había decidido al Comisario a pesar en mí para darme dicho cargo. ¿Quizás alguien preguntaría y por qué no se les dio al primero o segundo clasificado?, por la sencilla razón que el primero pertenecía al Partido Anarquista y el segundo al Partido Comunista, el pertenecer yo a una partido de tendencias moderadas había influido en la elección. 

Mi cargo era de una responsabilidad tal, que por las noches no podía conciliar el sueño, al pensar con la serie de obligaciones que tenia. El XI C. de E., tenía una plantilla aproximada de 35.000 hombres, los cuales estaban sujetos a las directrices que cursaba el mando superior del Cuerpo.

Altavoz del frente. Font: SBHAC
La misión del Comisario de Propaganda, era la más pesada que pudiera existir dentro del Comisariado del Cuerpo, inclusive más que la del propio Comisario. Mi misión consistía en redactar directrices que eran leídas, comentadas o puestas a la practica por todos los Comisarios del C. de E. en el Boletín diario del mando militar, que editaba el Cuartel General del C. del E., había una sección del mismo Boletín, destinada al Comisario de Propaganda. Desde allí dirigía la propaganda a nuestras filas, la propaganda de carácter político que nuestros soldados debían conocer para saber en todo momento cual era la misión que tenían en nuestro Ejército. Diariamente el mismo Boletín editaba una hoja redactada por mí, en la cual y en términos claros y sin estar llena de palabras filosóficas y si de palabras llenas de amor y cariño para con nuestros enemigos que siendo españoles igual que nosotros, les hacíamos comprender lo equivocados que estaban al sostener una guerra, que a la larga solamente beneficiaria a Italia y Alemania, puesto que las deudas de guerra que Franco tenia con ésas naciones era tan grande que en caso de ganarla no sería mas que un esclavo a sus órdenes. Cada noche, estas palabrea mías y otras por el estilo, que desde las columnas del Boletín dirigía, eran leídas por todos los Comisarios a las tropas nacionalistas y sus efectos en la mayoría de los casos, daba por resultado el que soldados nacionalistas que desconocían la verdad de los hechos se pasaban a nuestras filas para defender la República. Disponía yo de una bien organizada red de propaganda la cual radicaba en las Divisiones 26, 32 y 30 que eran las que estaban a las órdenes del XI C. de E., en cada División había un comisario de Propaganda el cual recibía ordenes directas mías y éste a su vez las distribuía a las Brigadas que estaban bajo su mando, la 146Brigada Mixta, la 104, la 96 y la 34 Brigada, pertenecían a la 30 División, la119 Brigada, la 120 y la 121 brigada mixta pertenecían a la 26 División, y la 137 Brigada mixta, la 141 y la 142 Brigada, pertenecían a la 32 División. El C. del E. y las Divisiones junto con las Brigadas, contaban con la Sección del Cuerpo de Tren, Transmisiones, Intendencia, Ingenieros, Sanidad y grupos de Artillería los cuales todos tenían sus comisarios de Propaganda y estaban bajo mis inmediatas órdenes.  

altavoz del frente
Al mismo tiempo, contaba yo con auto-parlante, magnífico coche-camioneta, que lleva instalado un equipo amplificador con un magnavoz, lo que me servia para poderme trasladar en los sitios donde lo requería mi cargo y al mismo tiempo era aprovechado para dar mis conferencias políticas, al enemigo. Con él, llegué a recorrer todo el frente que ocupaba mi Cuerpo de Ejército y que abarcaba una extensión de 200 o más kilómetros, pues desde el pueblo de Asentiu, que enlazábamos con el XVIIICuerpo, hasta Piedras de Olo, que enlazábamos con el X Cuerpo.

Banda de música
También estaba mi cargo el organizar festivales y prestar toda mi colaboración para la organización de los mismos, a las Brigadas y divisiones que encontrándose en descanso, aprovechaban los días para divertir al soldado. Tenia en la Sección de Propaganda un magnífico aparato de cine, instalado sobre ruedas, el cual era trasladado a donde se encontraban las unidades en descanso y allí se exhibían películas de temas interesantes para el soldado. La Banda de Música del Cuerpo compuesta de 60 profesores, estaba también a mi cargo y cuando algún Batallón, Brigada o División requería sus servicios para la organización de algún festival de carácter cultural o musical, se dirigían a mí, en petición de la Banda. La sección de Propaganda del Cuerpo estaba compuesta de un fotógrafo, un pintor mural, dos escribientes y al propio tiempo, ayudada por la colaboración del Comisario de prensa, el cual se encargaba de la propaganda en los periódicos y distribución de los mismos a las diferentes unidades combativas. El Miliciano de la Cultura a cargo de un competente profesor de Matemáticas no solo dirigía la parte correspondiente a la organización de las escuelas que existían en los diferentes lugares donde estaba radicada toda la fuerza del Cuerpo, sino que también era un gran auxiliar de la Sección de Propaganda a mi cargo.

En los rublos que quedaban bajo el control del Mando Militar, y que estaban bajo mi jurisdicción propagandística, se organizaban mítines, en los cuales se desarrollaban temas de interés para el campesino, para la defensa pasiva, para la organización de elementos que combatieran a la quinta columna y de otros intereses propios del momento que se estaba viviendo.

Mi labor como podrá verse era de una amplitud tal que me absorbía por completo llegando en varios extremos a debilitar mi cuerpo.

Diariamente tenia que dar parte a mi inmediato superior comisario de propaganda del Ejército del Este, de las novedades que ocurrían en la Unidad mía, así como también de cuantos actos de propaganda se habían realizado durante la jornada.

A los pocos días de haber recibido mi nombramiento provisional del cargo, recibía la siguiente credencial que me acreditaba ya como efectivo en mi puesto, dice así:

Ejército del Este
XI cuerpo de Ejército
Comisariado

Don Julián Muñoz Lizcano, Comisario del XI Cuerpo de Ejército
CERTIFICO:
Que D. Francisco Roca Matamoros, de 26 años de edad, presta sus servicios en concepto de Instructor de propaganda en éste Cuerpo de Ejército desde el 11 de diciembre de 1938 por haber sido destinado por orden del Comisario del Ejército del Este. Y para que conste expido el presente certificado-salvoconducto que tendrá validez hasta el 15 de enero
En P.C. a 19 de diciembre de 1938. Firmado.
También están impresas mis huellas dactilares, así como también hay impresos varios apartados para renovarlo cada mes. 

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 4 de març de 1940



dilluns, 27 d’agost del 2012

Escuela de Comisarios



Colonia La Fábrica
Se encontraba esta situada en la Colonia Puig [posible colonia La Fàbrica d'Artesa de Segre], donde había una gran fábrica de hilados que estaba parada debido a la falta de materias primas. En uno de los grandes salones que en otros tiempos sirviera de comedor para los empleados de la fábrica, estaba instalada la escuela donde cursaban sus estudios los Comisarios de Guerra. Los cursos eran de 30 días de duración y en ellos se enseñaban Gimnasia, Aritmética, Ortografía, Historia, Geografía, Topografía, Táctica y Técnica militar, política y conferencias químicas y medicinales.

Escuela de mandos y capacitación. Font: SBHAC
Cada tema tenía su profesor profesional, seleccionado de antemano por el jefe y comisario del cuerpo de Ejército. De mucho provecho me sirvió a mí el tener que consultar de nuevo libros y datos que ya se empezaba a borrar de mi imaginación. Cada asignatura, tenía su puntuación y todos nuestros ejercicios eran entregados a los profesores, los cuales una vez comprobados en lista de cada uno llevaba iba anotando el resultado de estos ejercicios para que al final de curso y después de acoplar la puntuación de todos los profesores se daba el resultado del comisario que habían ocupado los primeros lugares. La lucha era muy reñida, puesto que los elementos que tomábamos parte en éste curso habían sido elementos que por su preparación militar y cultural habían acudido en último lugar. En él asistían elementos que tenían el grado de bachillerato y de preparación cultural suficiente para poder resolver con garantías las asignaturas expuestas lo cual era motivo de poner el máximo de esfuerzo para codearse con estos elementos. Empezaron las clases y poco a poco me iba adueñando de aquellos datos y cifras que en años atrás había aprendido en las escuelas y academias; para que nuestro estudio fuera más estimulado, diariamente en una pizarra se iban colocando la puntuación general de los alumnos y así de esta forma, tenias más interés en aprender para ver de colocarse en los primeros lugares.

64 eran los alumnos que tomábamos parte en el Curso, comisarios de la 26 División, de la 30 División, de la 32 División y de los Servicios del XI Cuerpo de Ejército. A los 5 días mi puntuación era la del 28 lugar, a los 10 días había conseguido colocarme en el 15 lugar, habían transcurrido los 20 días de clase cuando ya me encontraba en le 8º lugar y al terminar el curso mi puntuación había sido la de 4,5, siendo el máximo 5. Había hecho el 3º lugar en la clasificación general. El primer clasificado había sacado 5 puntos y el segundo 4,9. el cuarto había sacado 4,3, lo cual demuestra que los tres primeros puestos habían sido de lucha muy igualada.
T. C. Francisco Galán
Se nos felicitó por los profesores y el día último el Comisariado del Cuerpo nos ofreció un modesto banquete, en el cual asistió el Teniente Coronel D. Francisco Galán, el Comisario del Cuerpo D. Julián Muñoz Lizcano, el Jefe de Estado Mayor Comandante Masot y profesores y por ser la 32 División la que había conseguido los 5 primeros puestos en el curso, fue invitado en calidad de honor el Jefe y Comisario de la misma D. Manuel Gancedo y D. José Semitiel, respectivamente. Los discursos corrieron a cargo de los tres primeros clasificados, hablando también los Jefes de la 32 División y los jefes del XI Cuerpo de Ejercito. Mi discurso se limitó solamente a hacer recalcar la importancia que tenia el desarrollo de estos Cursos y lo provechoso que eran puesto que en ellos no solo se conseguía la capacitación de los individuos sino que se reforzaba la misión del Comisariado en nuestra guerra. De una manera indiscreta felicité al Comisario y jefe del Cuerpo de Ejercito, por la feliz iniciativa de crear esta escuela al propio tiempo que el interés que se tomaban en capacitar a los comisarios de Compañía, que éramos la personificación, de todo el Comisariado. También felicité en nombre en nombre propio y de mis compañeros, a todos los profesores, por su eficaz labor realizada durante el desarrollo del curso. Luego hablaron los jefes y Comisarios recomendándonos el haber aprovechado el curso para el bien de la causa. Aprovechando el estar el comisario de mi División, salí junto con él donde se encontraba mi unidad y dio orden a su chofer para que me trasladara, hasta donde se encontraba ésta. 

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 4 de març de 1940

Artesa de Segre


La brigada, había sido cambiada sin que yo supiera su nuevo destino, y andando a locas, me personé en la Comandancia de Artesa de Segre para que me informaran allí pero antes de llegar a la Comandancia tuve la alegría de encontrar a mi ayudante y me indicó que habían sido instalados a 3 kilómetros del pueblo. Inmediatamente me trasladé a donde se encontraba mi compañía y fui recibido con gran alegría por los soldados de la misma, ya que en un principio mi herida parecía de más gravedad, pero afortunadamente fue leve, lo cual les animó.

Búnquer dominant la plana davant Sant Romà d'Abella
Pocos días permanecimos allí, los suficientes para reposar y entrar de nuevo en la línea de fuego. El Comisariado de Propaganda de la División, había indicado en varias de sus gacetillas y por mediación de su portavoz, que habíamos sido convertidos en la División de maniobra, pero esto fue desmentido cuando el día 15 de octubre recibimos la orden de ir a ocupar las líneas de habíamos dejado antes o sea las comprendidas entre Sant Romà d'Abella y Esbarsabina (Asbarsavina). Mi Compañía quedó emplazada en las posiciones que abarcaba todo el sector comprendido en el pueblo de Sant Romà d'Abella y las ocho ametralladoras de la compañía habían quedado emplazadas para hacer la defensa de la población que estaba a nuestro cargo. El puesto de mando lo instalamos en una casa del pueblo, el cual no había sido evacuado por el mando superior y estaba completamente habitado por sus naturales.

Allí la vida era tranquila y sin peligros puesto que el enemigo estaba dedicado a preparar su ofensiva sobre Cataluña, y nos dejaba trabajar en nuestras defensas, sin que fuéramos molestados en lo más mínimo por sus armas. El Comisariado del Cuerpo de Ejercito había montado una escuela para la capacitación de los comisarios de Compañía y de su puntuación dependía el ser propuesto para el grado inmediato superior. Los primeros que habían asistido a la escuela habían sido aquello elementos que nuca habían frecuentado una academia de esta naturaleza, y lleva ya cinco cursos realizados, cuando por el mando de la Brigada fui llamado yo para asistir como alumno de la misma. 

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 4 de març de 1940

Hospital de Montserrat


Hacía tiempo que no había visitado el monasterio de Montserrat, des la última vez que había estado hasta la fecha encontraba una diferencia tan grande que me parecía imposible. Antes tan tranquilo, reposado, alegre, pintoresco artístico, en una palabra maravilloso. Los padres jesuitas que en el habitaban habían hecho un verdadero Santuario en donde el alma por breves momentos se remonta a las alturas celestes y vive en paraísos terrenales. Sin embargo ahora lo encontraba triste, desecho, sucio, derruido, sus obras más artísticas de inmensurable valor habían desaparecido para guardarlas en lugar seguro, lo que en otros tiempos había sido orgullo de Cataluña, ahora era el albergue de miles y miles de soldados que eran concentrados allí para disfrutar de las ventajas de su inmejorable clima. Pero no todos sabían guardar respecto al lugar que se encontraban y la falta de mujeres para atender su limpieza y conservación hacia que aquella santa mansión se convirtiera por obre y gracia de elementos sin escrúpulos en un antro de vicio. Mi impresión fue tan profunda que por momentos llegué a pensar en la Virgen Moreneta para que nos perdonara y supiera hacerse cargo de las circunstancias.

Una sorpresa me tenía reservada el destino, y es que en la sala donde fui destinado, se encontraba un primo hermano de mi señora como Cabo sanitario de la misma. Mi presencia le causó alegría lo mismo que a mí y pronto me presentó a varios paisanos que estaban allí en calidad de internados para reponerse de las heridas sufridas en campaña.

Como encargado de la Sección de Abastecimientos del Hospital, estaba mi paisano y amigo Enrique Elies, el cual vivía en una de las “quinatas” que había por los alrededores del Santuario. Después de saludarlo pasamos a visitar a su familia la cual tuvo inmensa alegría en verme. Me invitaron a pasar un día de campo con ellos, y acepté puesto que el médico me había dado tres días de reposo. Varias cosas de sumo interés me contaron, todas ellas relacionadas con datos y detalles de lo ocurrido en el pueblo durante mi estancia en el frente, pasé un feliz día, y a la mañana siguiente fui dado de alta en el Hospital. La ventaja de estar el primo de mi señora como Cabo de Sala fue aprovechada por mí para que me dieran cuatro días de descanso, y después de conseguirlos marché nuevamente a Barcelona. Los días eran tan cortos que solamente pude tener tiempo de visitar a algunos familiares y regresar con urgencia para donde estaba antes.

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 4 de març de 1940

dissabte, 25 d’agost del 2012

Hospital de Manresa, Hospital o Clínica militar núm. 4


Angel Pestanya al Hospital de Manresa
En vista que la herida no fue importante fui traslalado al hospital de Manresa, pero no sin antes haber recibido una de mis más grandes impresiones que recibiré en mi vida. Me encontraba en la sala de espera cuando vi aparecer una camilla en la que tendido iba un pobre soldado, joven, pero su rostro solamente aparecía la mitad. La garganta y toda la laringe había sido destrozada por un trozo de metralla y la operación para unir la laringe que tenían que hacerle consistía en aplicarle un tubo de plata para unir la laringe y producir la respiración; a los 15 días me enteré que la operación había sido llevada a feliz término y el soldado se encontraba fuera de peligro, nunca en mi vida me había encontrado ante escenas tan horrorosas.

Cuando entré en el hospital nº 4 de Manresa, mi vista no podía abarcar todo lo que estaba viendo, cuadros verdaderamente dolorosos, muchachos con sus miembros mutilados, caras amargas en cuerpos jóvenes y por donde quiera imperaba el silencio y la tristeza. Parecía mentira que en lugares donde había tanta juventud existiera tanta tristeza, pero los horrores de la guerra son tan grandes que el corazón más fuerte se siente impotente para aguantar una situación de ésta naturaleza.

Manresa al 1936
 Me instalaron en una pieza donde solamente los heridos de poca importancia tenían cabida allí, y de esta forma mis compañeros me sirvieron de mucho puesto que la mayoría de ellos compartían como yo de un poco de alegría y humor por tener menos graves nuestras heridas. Sin embargo a nuestro lado en pabellón a parte, estaban aquellos más destrozados por la metralla, aquellos que la ciencia lo deja en manos del Todopoderoso para que el milagro surja y evite la muerte. Lamentos, quejidos dolorosos y amargos salían de aquella puerta y nuestros corazones se volvían chicos al oírlos, hijos de sin saberlo sus padres estaban combatiendo entre la vida y la muerte y sus últimos recuerdos, sus últimas palabras son para los seres queridos que no se volverán a ver nuca más, sin embargo dentro de este dolor, queda todavía un poco de energía, para maldecir y odiar a los que entablaron la cruel guerra. Para ellos no hay perdón, para ellos todas las maldiciones de miles y miles de cuerpos jóvenes que se alejaron en la plenitud de su vida por culpa de unos militares traidores. Tarde o temprano saldrán de ultratumba y con todo el rigor de la Ley aplicaran el castigo que se merecen los que allí los metieron. Dos días permanecí en Manresa y el día 9 de septiembre de 1938, era conducido al Hospital de Montserrat. 

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 4 de març de 1940

dimecres, 22 d’agost del 2012

Frente de Abella de la Conca


Búnquer a l'Obac de Planers (Abella de la Conca), foto: Gustau Erill i Pinyot
El día 1 de agosto llegamos al frente nuevamente y me hice cargo de nuevo de la compañía la cual había sido pasada provisionalmente al Comisario interino José García. El día 24 de agosto de 1938, la brigada recibió orden de ser relevada pues el mando superior había trazado un plan de ataque en la que nuestra unidad tenía que ser la rompiera las líneas enemigas.

Pocos días después éramos conducidos a Abella de la Conca, lugar situado a tres kilómetros a la retaguardia del frente. Por aquel entonces el Gobierno había llamado a filas la quinta del 38, compuesta por jóvenes de 18 años, sin experiencia combativa ni militar, y antes de entrar al ataque, se nos ordenó el adiestramiento rápido de estos jóvenes soldados. Por nuestra condición de ametralladores, las practicas que tenían que realizar los nuevos soldados consistirá en el lanzamiento de bombas de mano, y así empezamos con tan mala suerte por mi parte que el primer soldado que tuvo que tirar la bomba la tiró corta y para colmo quedó sin explotar. Al caer la bomba, cayo en medio de una pequeña pista donde diariamente pasaban los campesinos que venían del campo y lo cual de dejarla allí representaba un peligro enorme, en vista de ello, decidimos hacerla explotar por mediación de un disparo de fusil y al efecto agarré el fusil de un soldado de mi compañía y al primer disparo la bomba hizo explosión pero con tan mala fortuna que mi pierna derecha había quedado descubierta de donde me parapeté y un trozo de metralla se mi internó en la ingle.

 A lomos de burro, ambulancia. Font: SBHAC
Por estar faltos de vías de comunicación fui trasladado a lomo de burro hasta el puesto de socorro más próximo o sea Boixols, allí fui internado en el puesto de socorro de la Brigada, del de la Brigada pasé al de la División, realizada la primera cura, se me alojó en una pequeña pieza y a la mañana siguiente con un ambulancia fui trasladado al hospital de Sanaüja. En vista de que la herida no era de importancia fui trasladado al hospital de Prats de Noya. 
Soldats republicans en les dependències de l'exuniversitat de Cervera,
on s’havia instal·lat l'Hospital Militar el 22 de maig de l'any 1938. (Fons Gómez Grau)

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 2 de març de 1940

Permiso en Barcelona


Serian aproximadamente las 4 de la tarde cuando por la carretera que de Manresa conduce a Barcelona, llegábamos a la capital catalana. Nueve meses hacia que no habíamos podido vivir en un régimen de libertad civil y al encontrarme entre las amplias y céntricas calles de la capital, nuestro corazón se abrió de par en par y por un momento llegamos a maldecir a aquellos que por necesidades de su servicio, o bien por amistades particulares tenían la suerte de seguir la guerra desde la retaguardia, y más desde Barcelona.

Pro conducto de mi cuñado Agustín, quedamos instalados en casa de la honorable familia Ollé, que vive en la barriada de Sans donde con toda clase de consideraciones se nos atendió y se nos ofreció su muy respetuosa casa, ofrecimiento que no podíamos rehusar ya que se trataba de n acto de cortesía, y más teniendo en cuenta que nosotros llevábamos comestibles para los 10 días. 

Se nos dio, una magnifica habitación y quedamos instalados con toda clase de comodidades. Mi primera preocupación al llegar a Barcelona fue ir en busca de personas que pudiera informarme del paradero de mis familiares, o al menos que mediaran detalles de los mismos.

La misma tarde que llegamos, mi amigo que también se encontraba en iguales condiciones, me acompañó para empezar las investigaciones y la primera persona que encontramos la cual nos informó muy a la ligera de lo que había ocurrido fue Juan Poy, que era cajero del Ayuntamiento el cual iba junto con otro paisano del cual no recuerdo su nombre.

Nos informó que la rapidez desplegada por las fuerzas nacionalistas y la poca resistencia que hicieron las tropas republicanas, fue motivo que varias decenas de familias, las cuales hubieran salido sin ninguna clase de reparos, se encontraron completamente cortadas y les fue imposible salir del pueblo, esto unido a que la mayoría por guardarse de los enormes bombardeos se encontraban en el campo, fue también motivo de que muchos al regresar a la población se encontraron en que las fuerzas nacionalistas dominaban la situación.

De nuestra familia poco nos pudo informar, puesto que no tenia contacto con ellos, lo cual me obligo a recurrir a nuevas amistades que habiendo tenido mas suerte que los mios se encontraban salvo y libres.

Me encontraba durmiendo tranquilamente, con mi buen colchón y mi buena cama, cuando de repente fue despertado por un golpe familiar en la cara, era mi amigo Arturo Tallada, que enterado de nuestra llegada, vino con rapidez a saludarnos. Nos levantamos y la primera cosa que hicimos fue trasladarnos al cuartel que estaban las fuerzas del Cuerpo de Tren para conseguir un permiso de varios días para mi amigo Tallada y efectivamente después de hablar con el teniente ayudante de su batallón pude conseguir este permiso y al salir del cuartel nos encontramos con la presencia de nuestro buen amigo Miguel Muñoz, Jr. El cual nos saludó en nombre suyo y de su familia. Inmediatamente nos trasladamos a visitar al Sr. Mariné, el cual se encontraba prestando sus servicios en la plaza Macià, de la barriada del Clot y mientras estábamos allí acertó a pasar nuestro incondicional amigo Jaime Querol, el cual acababa de salir del Cuartel y su alegría fue inmensa al vernos.

Aprovechado cuatro días de permiso que le habían dado a mi cuñado Agustín tuvimos la suerte de poder disfrutar durante estos cuatro días del coche con que habíamos hecho el viaje, lo cual nos sirvió de mucho puesto que todas nuestras visitas para poder saludar a la innumerables familias que habían podido salir del pueblo, las efectuamos por medio de este vehiculo.

Cafe Español, autor J. M Sagarra
Nos trasladamos al cuartel donde prestaba los servios Jaime y por mi calidad de Comisario pude conseguir que le dieran 4 días de permiso, los cuales los paso siempre en nuestra compañía. El mismo día encontramos también a Juan José Itarte i al Maestro Ferreras y por un momento llenamos el coche de gente ulldeconense, feliz me sentía yo de encontrarme junto con tanta gente conocida y amigos buenos que tiempo atrás habían sufrido como yo las exigencias de la guerra que sosteníamos. Por la tarde quedamos en juntarnos en el Café Español y efectivamente allí, fue más grande todavía mi alegría cuando en un momento llegamos a contar más de 20 ulldeconenses reunidos en franca camaradería. Lástima que ni un solo familiar había.

Pasamos una tarde muy feliz en la que el tema principal fueron los sufrimientos que estarían pasando nuestros familiares en la zona nacionalista mientras nosotros estábamos en franca camaradería.

Durante los días que estuve en Barcelona los aproveché para visitar a varios paisanos que se encontraban allí en los alrededores y así pasé un día con la familia Muñoz Sansano que esta en Argentona, otro día con la familia Miralles Martorell que está en Martorell y para compensar los sufrimientos tenidos en campaña, durante los 9 días que estuve en Barcelona, me dediqué a disfrutar como nuca en mi vida, pues la cantidad de pesetas que tenia ahorradas debido a no poderlas mandar a mis familiares, las gasté todas en estos días felices. 

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 3 de març de 1940

En record de Felipe Osanz Sanz

No el coneixia gaire, molt més pel que deia la gent que no en persona. El primer contacte va ser  per casualitat fent un curs a Barcelona el 1991, juntament amb la seua germana Elena. Entre classe i classe comentàvem i rèiem els continguts gràcies a la seua facilitat de paraula i d’inventiva; sempre tenia una frase, una ocurrència  per dir, i jo l’escoltava amb els ulls ben oberts.

No vaig sentir parlar més d’ells fins que vaig coincidir amb Elena a les oposicions, crec que les de 2007, per a professors de secundària. Vaig tornar a escoltar per boca de la seua germana el seu nom, els seus atreviments i peripècies arreu del món.   

I parlant del món, què és un mocador, vaig coincidir una altra vegada amb ella en un institut. Va ser l’inici d’una molt bona amistat, conjuntament amb el seu marit Agus; a més, vaig conèixer la meva dona, Rosa. Elena només tenia paraules pel seu germà. De mica en mica vaig saber moltes coses de la seua personalitat i del seu caràcter obert i distés. A partir de llavors vaig tenir reduïdes i casuals trobades amb Felipe; i més des de que va néixer la seua xiqueta, la Clàudia, set dies més que la nostra Lena.

Felipe ens ha deixat el 19 d’agost; però no s’ha anat de buit. Ens ha deixat un munt de petits tresors, uns d’aquest és un documental, “Los que callaron, los que quedaron”. Guanyador del “Premio Los Olvidados al mejor cortometraje de cine aragonés de la 35 edición del Festival de Huesca”. La versió completa la podeu veure a: Vimeo.

 














Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla,
y sobre el ancla una estrella,
y sobre la estrella el viento,
y sobre el viento la vela!.


Rafael Alberti