Gràcies a la familia Forcadell Gaona de Morelia (Michoacán-Mèxic): Núria, Pilar i Inés.

dilluns, 27 d’agost del 2012

Hospital de Montserrat


Hacía tiempo que no había visitado el monasterio de Montserrat, des la última vez que había estado hasta la fecha encontraba una diferencia tan grande que me parecía imposible. Antes tan tranquilo, reposado, alegre, pintoresco artístico, en una palabra maravilloso. Los padres jesuitas que en el habitaban habían hecho un verdadero Santuario en donde el alma por breves momentos se remonta a las alturas celestes y vive en paraísos terrenales. Sin embargo ahora lo encontraba triste, desecho, sucio, derruido, sus obras más artísticas de inmensurable valor habían desaparecido para guardarlas en lugar seguro, lo que en otros tiempos había sido orgullo de Cataluña, ahora era el albergue de miles y miles de soldados que eran concentrados allí para disfrutar de las ventajas de su inmejorable clima. Pero no todos sabían guardar respecto al lugar que se encontraban y la falta de mujeres para atender su limpieza y conservación hacia que aquella santa mansión se convirtiera por obre y gracia de elementos sin escrúpulos en un antro de vicio. Mi impresión fue tan profunda que por momentos llegué a pensar en la Virgen Moreneta para que nos perdonara y supiera hacerse cargo de las circunstancias.

Una sorpresa me tenía reservada el destino, y es que en la sala donde fui destinado, se encontraba un primo hermano de mi señora como Cabo sanitario de la misma. Mi presencia le causó alegría lo mismo que a mí y pronto me presentó a varios paisanos que estaban allí en calidad de internados para reponerse de las heridas sufridas en campaña.

Como encargado de la Sección de Abastecimientos del Hospital, estaba mi paisano y amigo Enrique Elies, el cual vivía en una de las “quinatas” que había por los alrededores del Santuario. Después de saludarlo pasamos a visitar a su familia la cual tuvo inmensa alegría en verme. Me invitaron a pasar un día de campo con ellos, y acepté puesto que el médico me había dado tres días de reposo. Varias cosas de sumo interés me contaron, todas ellas relacionadas con datos y detalles de lo ocurrido en el pueblo durante mi estancia en el frente, pasé un feliz día, y a la mañana siguiente fui dado de alta en el Hospital. La ventaja de estar el primo de mi señora como Cabo de Sala fue aprovechada por mí para que me dieran cuatro días de descanso, y después de conseguirlos marché nuevamente a Barcelona. Los días eran tan cortos que solamente pude tener tiempo de visitar a algunos familiares y regresar con urgencia para donde estaba antes.

Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 4 de març de 1940

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