Los días transcurrían y ninguna novedad se iba registrando, cuando el día 10 de enero de1938, mi compañía, recibía la orden de efectuar un traslado de frente. Las posiciones que ocupábamos tenían que ser ocupadas por otra unidad, pero antes ocurrió un caso más curioso. Mi brigada, que solamente contaba con tres batallones y le faltaba uno para estar completa. Recibió una orden en el sentido de que el 1º, 2º y 3 batallón pasarían a depender de la 142 brigada mixta, la cual contaba solamente con un batallón completo. Quedaría con todas sus fuerzas equiparadas, y que solamente los jefes y comisarios de batallón, podrían trasladarse con su antigua brigada, mientras que todos los jefes, oficiales y comisarios de compañía, quedarían a las ordenes de sus nuevo jefes pertenecientes a la 142 brigada mixta. El día 11 de enero, la 140 brigada mixta, con sus jefes y auxiliares, salían en dirección a Lécera (Zaragoza), mientras que nosotros quedábamos en la misma posición, pero como antes dije a disposición de nueva unidad y nuevos jefes. El comisario de la brigada se llamaba Malaquías Gil Arangueti, el jefe era el capitán Yust. Y el comisario y jefe de mi batallón era el comisario Pablo Marcos y Teniente Francisco Valero respectivamente.
El día 13 del corriente mes, se efectuaba el relevo de mi unidad y a las tres de la madrugada, sin que el enemigo se diera cuenta, quedábamos instalados en nuestras posiciones marcadas por el mando.
Cuando por la mañana salí a recorrer las nuevas posiciones, fue mi motivo de desaliento, pues mientras en las anteriores disfrutábamos de todas las comodidades, en ésta llegaba inclusive a faltar el agua. Una gran balsa era la única fuente manantial en donde podíamos apropiarnos de tan preciado líquido, expuestos continuamente a que una infección en sus aguas produjera mortales consecuencias en nuestros cuerpos.
frente de la ermita de Santa Quiteria |
Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 25 de abril de 1940
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