Búnquer a l'Obac de Planers (Abella de la Conca), foto: Gustau Erill i Pinyot |
Pocos días después éramos conducidos a Abella
de la Conca,
lugar situado a tres kilómetros a la retaguardia del frente. Por aquel entonces
el Gobierno había llamado a filas la quinta del 38, compuesta por jóvenes de 18
años, sin experiencia combativa ni militar, y antes de entrar al ataque, se nos
ordenó el adiestramiento rápido de estos jóvenes soldados. Por nuestra condición
de ametralladores, las practicas que tenían que realizar los nuevos soldados consistirá
en el lanzamiento de bombas de mano, y así empezamos con tan mala suerte por mi
parte que el primer soldado que tuvo que tirar la bomba la tiró corta y para
colmo quedó sin explotar. Al caer la bomba, cayo en medio de una pequeña pista
donde diariamente pasaban los campesinos que venían del campo y lo cual de
dejarla allí representaba un peligro enorme, en vista de ello, decidimos hacerla
explotar por mediación de un disparo de fusil y al efecto agarré el fusil de un
soldado de mi compañía y al primer disparo la bomba hizo explosión pero con tan
mala fortuna que mi pierna derecha había quedado descubierta de donde me
parapeté y un trozo de metralla se mi internó en la ingle.
A lomos de burro, ambulancia. Font: SBHAC |
Soldats republicans en les dependències de l'exuniversitat de Cervera, on s’havia instal·lat l'Hospital Militar el 22 de maig de l'any 1938. (Fons Gómez Grau) |
Francesc Roca Matamoros
Huetamo, Michoacán, 2 de març de 1940
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